sábado, 4 de enero de 2014

[EXO | KrisLay]El oráculo de Nueva China

Se sintió intimidado desde el primer momento en el que el mayor se bajó las gafas de sol para clavarle la mirada. Kris había pasado frente a él en el auto descapotable del Señor del País, en el desfile que se realizaba todos los años en conmemoración al nacimiento de la Nueva China. Una más libre, menos contaminada, más verde. Recordaba ese día perfectamente.

Estaba trabajando en el mismo restaurant de siempre. El recinto se encontraba casi repleto y los meseros no daban a basto. A él le tocaba preparar el café, decorarlo y ponerlo en las bandejas para que fueran servidos. El bullicio del lugar se alzaba cada vez más y más, haciendo que le doliese la cabeza horrores. Necesitaba hacer una pausa. Susurró un suave “ya vengo” a sus compañeros de trabajo que lo miraron con los ojos abiertos, en un reproche silencioso. Se quitó el delantal para ingresar al baño especial para las personas que trabajaban allí, y justo cuando estaba abriendo la puerta, sintió esa mirada frívola sobre él. Volteó la cabeza y se clavó en sus ojos cual sombrilla en la arena. El corazón comenzó a latirle muy rápido y la sangre pronto se agalopó en sus mejillas. Ingresó rápidamente al baño y abrió el grifo del agua para dejarla correr en un intento desesperado de que aquello le calmase los nervios.

Muchas veces había soñado con aquella mirada, con aquel día. Cada vez que Kris aparecía en la tele, él se le quedaba mirando hipnotizado por su belleza. Pero allí, en el baño, se quería autoconvencer de que el cruce de sus miradas se debía solamente a una pura casualidad y nada tenía que ver con una causalidad. Respiró hondo y, para cuando exhaló el aire, la puerta del baño se había abierto y cerrado nuevamente. Asustado por la intrusión giró el rostro para posar su mirada en la persona que había interrumpido sus cavilaciones.

Wu Kris le devolvió la mirada.

-YiXing, ¿Verdad?- su voz era gruesa, firme. Limpia. En sus labios, las palabras no eran más que palabras. Una simple pregunta que hizo que todos sus sentidos se pusieran alerta de un instante a otro.

-¿C-como...? Sí- dijo rápidamente. Estaba hablando con el consejero más importante del presidente, la inseguridad, las dudas, cuando hablabas con alguien así esas cosas no podían existir. Tragó saliva y se puso firme, dispuesto a devolverle la mirada.

-Perfecto. Entonces eres a quien yo estaba buscando.

Y sin más, Kris se acercó a YiXing y le besó. El más bajo le respondió a los pocos segundos de que entendió lo que estaba pasando. Sonrió sobre los labios ajenos y enredó sus brazos sobre el cuello contrario y, de un salto, enroscó sus piernas al rededor de la cadera de Kris. Sin perder tiempo, éste empujó al más pequeño contra la pared y comenzó con sus manos a recorrer el cuerpo de YiXing. Durante muchas noches, Kris había visto en sueños a aquel pequeño muchacho de mirada amable y dulce que había cruzado con la suya en el desfile de ese año. Y habían sido esos sueños los que le habían mantenido cuerdo durante las épocas de mayor estres. Había rastreado su paradero y por fin lo tenía entre sus brazos. Aquel pequeño ser de luz.

-¿Te molesta?-le preguntó el mayor mientras besaba el cuello de YiXing. Éste elevó la cabeza para dejarle más espacio. Para que mordisqueara, para que le marcara.

-¿Qué cosa? Mi señor-Kris paró en su acción para volver a sus labios y besarlo con la passión que le desbordaba el alma al escuchar esa oración.

-Lo que estoy haciendo, pequeño. -YiXing le agarró de los cabellos y con la mano que le quedaba libre comenzó a acariciarle la espalda.

-Yo también lo he estado esperando, mi señor-le sonrió con malicia, tomando el rostro de Kris con ambas manos, besándole de manera dulce y acompasada- Desde el día en la plaza. He visitado el oráculo y me lo ha dicho...

-Tenemos costumbres muy malas, pequeño YiXing -comenzó a decir. Deshizo el abrazo que tenía sobre sus caderas y acorraló al pelinegro nuevamente, soltandole el aliento en los labios ajenos-El no saber esperar por el mañana e ir a preguntar qué va a ser de nosotros... Este día estaba escrito.

-Lo estaba, y me he preparado. -su voz sonaba dulce, tan dulce como Kris la había imaginado en sus sueños.

No se hicieron esperar más. Las manos de Kris, con mucha experiencia previa proveniente de intentos fallidos de pareja, acariciaron la piel de YiXing por debajo de sus prendas. Lento, suave, disfrutando del contacto de la piel con la yema de sus dedos, guaradando en su memoria cada tramo de recorrido. Se sentía como un misionero sobre esa piel, explorando rincones de la tierra prometida por Dios. Era exquicito. Pronto la parte superior del cuerpo del pequeño quedó desnuda frente a la penetrante mirada de Kris, e YiXing pensó en lo poco arrepentido que estaba sobre la visita que le había hecho al oráculo y lo muy feliz que se sentía de estar encerrado en el mismo baño con su señor. Los escalofríos subían y bajaban por su columna vertebral como si fuera una carretera. Con cada roce, sutil o bruto, los escalofríos pasaban como autos sin freno y con el acelerador hasta el fondo. Llegó un punto, entre caricia y caricia, que olvidó quien era y qué estaba haciendo.

Kris se encargó de dejar desnudo a la persona que tenía frente a él y le besó cada rincon de piel disponible a la vista. Sonrió para sí mismo y se dijo que no podía haber sido más inoportuno con el momento y el lugar, pero al diablo con todo el mundo. Se arrodilló en el suelo con dificultad, puesto que sus pantalones de cuero no le permitían tales movimientos, pero hizo caso omiso y con mucho cuidado y respeto, comenzó a acariciar la entrepierna del más pequeño que parecía ido. Lo hizo con sutileza para ir aumentando el ritmo paulatinamente. No sabía cuánta experiencia tenía el pequeño, así que lo hizo con toda la paciencia que su entrepierna, ya dura, le permitía tener.

Le pareció oír el ruido de un coro de ángeles proveniente de la boca contraria en el momento que él introdujo su miembro en la suya, acariciandolo con su lengua. A Kris le estaba costando horrores mantener la cordura; le hubiese gustado llegar, estamparlo contra la pared y haberle hecho el amor de manera brutal, como conocidos de toda la vida. Pero le hubiese parecido un acto vacío tanto para él como para el otro no tomarse el tiempo de conocer sus cuerpos, aun que sea un poco. La brusquedad no era precisamente su estilo.

Una vez que sintió el miembro duro del otro volvió a sonreír para sí mismo y subió en una hilera de besos hasta la boca contraria. Cuando sus ojos se encontraron luego de haber finalizado el beso, Kris pudo verse reflejado en los ojos del otro. Como dos almas que se encuentran en el momento justo, haciendo lo que deberían hacer.

-Te toca a ti- le susurró el mayor en el oído.

Era como si ellos dos estuviesen solos en el mundo, la paz y la lentitud con la que hacían aquello no era propia del lugar en el que lo estaban haciendo. El ambiente, sobrecargado de armonía, hacía lucir al baño como un jardín de flores. YiXing tenía un poco de experiencia, la justa y necesaria para no quedar tan mal frente a su señor. Así que se agachó en el pasto y desabrochó el pantalon contrario mientras no le quitaba los ojos de encima al propietario. Lo bajó con dificultad. El cuero se pegaba a la piel y no resvalaba, pero en vez de reirse, decidió tener paciencia y hacerlo lo más sensual que podía. Con los pantalones se llevó el boxer. Tomó el miembro de Kris entre sus manos y lentamente se fue acercando a el con sus labios. Antes de tomar partido, le tiró un par de veces su aliento, produciendo que el mayor le pusiese una mano en el cabello y se lo comenzara a jalar. Luego empezó con el va y ven de su cabeza, tocó sus testículos y los apretó para producirle más placer. Mordió y succionó la punta, tan blandita como marshmallow. Le pasó la lengua como si fuese un caramelo, disfrutando, extaciado. Llegó un punto que ni siquiera él pudo soportar la sensualidad de su acto y comenzó a masturbarse suavemente, pero increimentando el ritmo de sus lametones.

Llegó un momento en el que Kris se hartó de tanta serenidad, tomó a YiXing por los hombros, lo estampó contra la pared sin piedad y le besó desenfrenadamente. Bajó su mano, fue más allá de los testículos del pequeño y buscó su entrada. YiXing se lo esperaba pero no pudo evitar lanzar un gemido débil de sorpresa cuando el mayor introdujo el primer dedo. Conocía la sensación de incomodidad y por eso le hizo caso omiso a ella. Se centró en disfrutar como se movía buscando la preparación perfecta para lo que llegaría después.

Kris, con la poca conciencia que le quedaba, se deshizo de sus zapatos y de lo que le quedaba de ropa, estando finalmente libre de toda atadura. Cuando los gemidos de YiXing comenzaron a alzarse y a escaparse de entre sus besos, él supo que ya estaba preparado. Lo volteó con la misma violencia con la que lo había estampado contra la pared, con el corazón acelerado frente a la expectativa de que finalmente iba a saciar la ansiedad que lo había estado embriagando desde que cruzaron las miradas. Apoyó su pecho sobre la espalda contraria y, lentamente, fue introduciendo su miembro en la estrecha entrada de YiXing.

-Ahh...- soltaron los dos al mismo tiempo, disfrutando. Se quedaron unos instantes quietos, y, cuando menos se lo esperaba el pequeño, Kris comenzó a embestirlo.

YiXing trataba de sostenerse de la pared lo más que podía, pero a medida que las embestidas subían el ritmo se le hacía más difícil. Las piernas le temblaban y tenía que mantenerse en puntitas de pie para que la posición fuese un poco más cómoda. Además, que los gemidos fuesen también cada vez más altos y más difíciles de controlar no le estaba ayudando en nada. Pero, Dios, que delicioso era tener a Kris dentro de él. Que placer. Todos los sentidos se le nublaban como el cielo en un día de lluvia. Le parecía imposible abrir los ojos y cerrar la boca.

-No te reprimas, por favor, pequeño – le susurraba Kris con la voz entrecortada mientras que subía su mano a la altura de los labios de YiXing para que jugase con sus dedos. La lengua se los recorría de arriba abajo y le daba pequeños mordiscos, provocando que Kris se exitace más y más. YiXing no retuvo ni un sólo gemido más.

De repente el mayor salió de dentro del pequeño, sólo para giararlo y susurrarle un “subete, pequeño”. YiXing volvió a abrazar las caderas de Kris y éste volvió a embestirlo. Pero ahora tenía paso libre para mordisquearle el cuello, lamerselo y marcarlo. Era de él, era su destino. Kris ya no aguantaría mucho más, asíque aceleró el ritmo lo más que pudo. Con mucho esfuerzo sacó una de las manos que le ayudaban a sostener a YiXing y comenzó a masturbarle para que él también llegase al orgasmo. Al cabo de un rato lleno de gemidos, besos y lametones, ambos llegaron juntos.

Al instante se desplomaron en el suelo cansados, empapados por el sudor. Kris fue el primero en levantarse. Se lavó el rostro (tuvo que sostenerse del lavamanos porque estaba mareado) y se vistió, maldiciendo nuevamente sus pantalones de cuero. Antes de salir del baño, le dirigió una vista rápida a un YiXing que sostenía su ropa intentando en vano taparse, tenía además las mejillas hermosamente sonrosadas. Le sonrió.

-Volveré a visitar al oráculo-su voz sonó firme, limpia. Como si en realidad nada hubiese pasado. -Quizás debas hacer lo mismo. Será casualmente el catorce de febrero. Veamos que nos depara el futuro – y sin decir una palabra más, abandonó el baño.

YiXing rió fuerte y tendido durante un rato largo. Porque, a fin de cuentas, sólo había un oráculo en la ciudad.

Se levantó sonriendo como un idiota, algo mareado, pero no le importó. Que Kris le hubiese dicho eso sólo dignificaba una cosa.


Le había invitado a tener una cita. El día de los enamorados.

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